Por Juan Andrés Escobar H. – Socio N°A-350414

A las 21:55 hrs. del año 1991 la gloria ya era nuestra. Ese gol postrero de Leonel hijo, que se vio engalanado con las antorchas que viboreaban en las gradas del Monumental fue solo la sonrisa final de un pueblo que ya se encontraba festejando y confiado en que la Copa Libertadores de América por fin se miraba, se tocaba y se besaba. Era de Chile. Pertenecía, por primera vez, a todos nosotros.

¿Cómo lo logramos? ¿cuál es el diferencial con respecto a hoy en que la concesionaria ByN nos tiene conmemorando los 30 años de la obtención de la Copa con el orgullo de siempre, pero mirando a la distancia el volver a competir como uno de los mejores? ¿Cómo logramos codearnos por una década de tú a tú con lo más granado del fútbol de América?

Más allá de tener un DT de primer orden, jugadores comprometidos, hinchas convencidos y en perfecta comunión, ese triunfo histórico se comenzó a cimentar años atrás por unos dirigentes con visión, ambición y con el convencimiento de que el trabajo bien planificado trae frutos, permite soñar y equiparar las brechas. Porque seamos honestos, el resto de los países -sobre todo del Atlántico- siempre han tenido más poderío futbolístico, económico e incluso de lobby que el nuestro.

No pretendo ni de cerca crear algún halo de misticismo o santidad en los polémicos nombres de los dirigentes de Colo-Colo de dicha época, pero más allá de ellos, aquel ha sido el gran problema de ByN y, por ende, del plantel: la ausencia de un camino ambicioso y coherente que nos permita luchar con los que siempre debemos estar peleando. Tampoco se trata de llegar y hacer un copy paste a lo que había en aquellos tiempos. Se entiende que las circunstancias han cambiado en los últimos 30 años y esas brechas económicas y de jugadores disponibles se han ampliado.

Hace un par de semanas con un dejo de esperanza, vimos cómo la dirigencia del Club Social y Deportivo (CSD) desembarcó en ByN, por fin se involucró, como quien viene a poner orden a la casa, que por más que estuviera arrendada, sigue siendo nuestra, algo que muchos pedíamos y que otros tantos consideraban “problemas de ByN” cuando nuestro hogar estaba siendo desmantelado.

La esperanza radica en que luego de 15 años de débiles intentos por parte de personeros vinculados a la política, a asociaciones gremiales, a empresarios de “pasada” y de “papel”, oportunistas de turno y títeres varios que no pudieron darle a Colo – Colo ese norte que toda Institución grande necesita y desea para poder seguir creciendo, hoy tenemos en la dirigencia a quienes siempre deben estar a la cabeza: hinchas del club con vocación de servicio que presentaron un ambicioso plan económico y deportivo y que más allá de críticas puntuales representa un tremendo avance.

Tener un plan y una hoja de ruta luego de años a la deriva es un paso. Veamos cómo se comportan en el apartado ambición. Colo – Colo no puede copiar proyectos que apuestan a roncar en casa y afuera “ver que pasa”, eso ya lo hizo ByN y los fracasos estruendosos son mayores a las alegrías.

Muchach@s conmemoremos estos 30 años con orgullo, pero también con la esperanza de que se abre un nuevo ciclo. Más allá de la oposición que podría profesar hacia quienes lideran hoy el destino del Club Social y Deportivo y también de Blanco y Negro, el idioma y los diagnósticos son comunes. Celebremos y estemos a la altura, porque hay algo que no podemos olvidar: Colo – Colo es nuestro ¡A la salud de los héroes del 91!