Este viernes vuelve Esteban Paredes a Santiago. Ese día acabarán sus vacaciones familiares y comenzará a delinear lo que será su última temporada en el fútbol profesional. El delantero de 41 años ya anunció que es hora del retiro y a diferencia de otros anuncios, esta vez está decidido a concretarlo. Por lo mismo, tiene un sueño: partir luciendo la camiseta de Colo Colo, en un partido del Torneo Nacional y después de jugar su última Copa Libertadores.

Para ello, según informan desde su entorno, está dispuesto a renunciar a beneficios económicos y a trabajar el doble, para demostrarle a Gustavo Quinteros que aún puede ser una alternativa. De hecho, sus números en el Coquimbo campeón de la Primera B lo ratifican: El Tanque jugó 23 de los 30 duelos posibles, sumó 1745 minutos de los 2700 posibles, marcó cinco goles y ocupó una posición más retrasada en el armado ofensivo que planteaba el adiestrador Héctor Tapia.

Es más, una de las cartas que el máximo artillero de la categoría de honor tiene a su favor es que una empresa privada desea pagarle la mitad de sus honorarios y la otra ventaja es que Quinteros no vetaría su llegada. Pero aquí también comienzan sus desventajas.

Para comenzar el DT no lo pidió ni lo considera como refuerzo. Si llega, lo acogerá. Pero no es el nueve que está esperando con urgencia. El gerente deportivo, Daniel Morón, tampoco ha tenido acercamientos con el ídolo blanco ni con sus cercanos. Sólo Aníbal Mosa ha manifestado sus ganas de que el nacido en Cerro Navia vuelva a Macul, pero en el David Arellano muchos creen que es para reivindicarse después de que lo echó a través de un llamado telefónico.